A la invitación a participar en el Laboratorio de Tejedores, contestaron 18 personas. Sólo 13 acudieron y continuaron durante todo el proceso. Cada día de laboratorio lo empezamos con un calentamiento grupal, donde cada integrante proponía una forma de preparar al cuerpo, planteando desde un principio que: 
TODOS SABEMOS, TODOS APRENDEMOS.

Secuencias madre

Distribuimos las tres primeras secuencias madre –cada una con una duración de entre 20 y 30 segundos- en grupos de cuatro personas y un monitor (equipo de Úumbal), quien las mostraba a su grupo. La primera provocación era continuarlas sin dar consignas específicas, para permitir que cada integrante realizara una exploración libre, al comienzo de manera individual y luego al enseñarlas y negociarlas con su grupo. Una vez que se llegaba a un acuerdo y se aprendía la propuesta grupal, se mostraba a todos los integrantes del Laboratorio y se registraba en video. En una estructura abierta, los tejedores podían continuar, deconstruir, fragmentar, repetir o combinar estas secuencias y utilizar en su exploración una variedad de tipos de música y desarrollo espacial.

Esta fue la base metodológica para la creación de nuestros bailes.

Fuimos incorporando las otras tres secuencias madre y aumentamos las posibilidades de experimentación. También rotamos los equipos de trabajo.

Al final, dos de las secuencias madre se fusionaron en una. El resultado fue un total de cinco bailes de entre tres y cinco minutos de duración:

• Hot-fuego / cuerpo colectivo vibrante
• I Love to Boogie / cuerpo colectivo lúdico
• I’ve Got the Power / cuerpo colectivo empoderado
• Chan Chan / cuerpo colectivo sensual
• Love Now / cuerpo colectivo festivo

Construcción de una nueva coreografía gestual

Desde nuestra revisión de La pasoteca surgió la idea de explorar un movimiento sutil en silencio, como una manera amable de abrirnos a la escucha del otro, de abordar una idea de tiempo en el espacio público, distinta a lo que esta urbe provoca, y de generar intimidad al interior del colectivo.


En las últimas dos sesiones del laboratorio propusimos a los tejedores este reto: crear una coreografía gestual. Utilizamos este término con cierta ambigüedad para que cada tejedor reflexionara y elaborara su propio tratamiento corporal de lo que entendía por gestual. Cada uno trabajaría su propuesta en casa durante la semana, para luego dialogarla y combinarla con la de uno o dos compañeros.








Uno de nuestros tejedores, Engelbert Ortega, nos compartió su metodología de composición:

Construí esta coreografía por medio de un proceso de reciclaje. Primero busqué fotografías de danza contemporánea en internet, seleccioné aproximadamente 10 y me apropié de sus gestos. En un principio éstos fueron replicados tal cual y poco a poco se fueron transformado (reciclando) y movilizando.

Imitaba una forma-foto e imaginaba una posible transición que me llevara a la siguiente forma-foto y así hasta llegar a la última. En ese espacio de transición aparecía lo nuevo, se develaba algo que no estaba planeado, que tenía más relación con lo que sentía en esos momentos.

Hubo una decisión muy consciente respecto a cuál sería la calidad de este movimiento, pues pudo ser algo más lúdico o dinámico, pero mi elección fue la sutileza.

En la sesión siguiente presentamos nuestras tareas a los demás tejedores. Después, en equipo con Mariana Núñez, hicimos una especie de remix coreográfico con el material que tenía cada uno. La coreografía vivió un proceso de edición, primero en el Laboratorio de tejedores y posteriormente con el equipo de Úumbal.

 

 

 

Al final, utilizamos la propuesta de Engelbert como base a partir de la cual incorporamos otros planteamientos gestuales de los demás integrantes del laboratorio y terminamos nuestra propuesta.