BIOGRAFÍA COLECTIVA

story

Malinches

Itandehui Méndez

La calidad de la luz con la que observamos
nuestras vidas tiene un efecto directo sobre
la manera en que vivimos y sobre los cambios
que pretendemos lograr con nuestro vivir

Audre Lorde

Nuestra experiencia de vida es conocimiento, entendimiento del mundo. La violencia nos ha acompañado históricamente, pero en la medida que aprendemos de nosotras mismas, de nuestras compañeras, de nuestras hijas, nuestras madres, nuestras hermanas, las perspectivas del mundo se abren a otro campo distinto a la hegemonía del pensamiento hetero-blanqueado. A´n espacio desconocido de saberes y de libertad.
Como Maliche, nosotras también nos separamos hacia caminos diferentes, no pensados o enunciados teóricamente, que parten de la vida misma; aprendemos de nuestros miedos, de los silencios que nos conforman, de nuestras emociones. Descubrimos siempre que cada historia es personal y, a la vez, nos pertenece a todas, porque albergamos reservas de creatividad y fuerza, de una conciencia ancestral de sororidad que nos une por el hecho de experimentar la vida como un instrumento de poesía.
Soy Malinche-Malinches, porque la poesía no está compuesta solo de elementos simbólicos, es una estructura que sustenta nuestras vidas. Es el cimiento del puente fuera del miedo; es el lenguaje que nos permite impulsar una práctica de libertad; es el espacio para sanar y encontrar el camino más allá de opresiones y violencias, para explicar el dolor e imaginar futuros posibles.
Al escuchar las historias de cada una de nosotras, deconstruimos la categoría de mujer y nos apropiamos de nuestras propias categorías, donde el conocimiento jerárquico se hace innecesario, ya que las políticas de dominación del pensamiento, de la historia, de la teoría se vuelven obsoletas, porque nuestros relatos son acción y práctica subversiva.
Al pensar el mundo colectivamente, provocamos el conocimiento a partir de nuestras experiencias y emotividades cotidianas; entonces nos sabemos fuertes, valiosas y libres. Tenemos esperanza al nombrar nuestro dolor, porque creamos estrategias sanadoras que nos ayudan a estar juntas, y a encontrar en el camino un suelo fértil para crear nuestra casa.