BIOGRAFÍA COLECTIVA

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¡Oh, Malinche!

Estrella López Maciel

Oh, maldición de Malinche!, decía el poema que en grupos corales se repetía una y otra vez en las escuelas. Malinche: nombre de mujer, sinónimo de traición, acusada del pecado que otros –todos- habían cometido. De ella, se omitió la historia, se silenció el dolor del cuerpo, de mujer morena y se silenciaron también sus propias palabras, dejando sólo por mucho tiempo en la memoria colectiva, la idea de su voz como vehículo de la violencia que llegó para quedarse. Y si tu voz, Malintzin, fue una de esas voces disidentes? Y si dijiste que no? Y si sentiste violentada que te tocaban, cuando tocaban a otras? Y si deseaste levantar tu mano indignada para señalar al violador?
Malinche: al mismo tiempo maldición y maldita. ¿Cómo te atreviste a la notoriedad? ¿Cómo es que osaste pasar a la historia? ¿Cómo es que fuiste instrumento relevante para la empresa masculina? Graves faltas cuando son cometidas por nosotras y que antes como ahora son intolerables y alertan a los hombres en nuestra contra, como si no vinieran de vientre de mujer.


Y a pesar del odio, buscamos puentes, atravesamos ríos… y encontramos a las redes y a los caminos virtuales. Y ellos nos han dado voz y presencia, sin tanto miedo de la patriarcal venganza. Aunque no faltan los machos que se perciben emasculados frente a nuestras mentes ágiles, tan ágiles como los dedos en los pequeños teclados que ahora tejen palabras e imágenes. En las redes sociales es posible buscar y encontrar esa voz nuestra y puede ser más difícil nuestro silenciamiento.


También ahí, en el espacio virtual, que es real, podemos crear esos lazos amistosos y encontrar puntos coincidentes; y por otro lado disentir, abierta y claramente, usando toda nuestra potencia de pensamiento y también de emociones alteradas, irremediablemente tal vez. Individual o colectivamente podemos hacernos oír y hacernos ver; podemos incomodar, increpar al poderoso y convocarnos masivamente para marchar o para denunciar abusos a través de las maravillosas cuadrículas # que como escalas, nos permiten subir un poco más para lanzar nuestro grito indignado, para mostrar nuestro puño cerrado, envuelto por las banderas verdes y moradas. Si tocan a una respondemos todas, Yo sí te creo, Vivas Nos Queremos, El violador eres tú, Ni una menos, Será Ley!


Como las palabras de Malinche, las nuestras no estarán inscritas con letras de oro en los santos y glorioso recintos; estarán en el aire, en nuestras voces incansables, unidas y sororas, en nuestras huellas digitales.


En esta, como aquella incierta hora, desconocemos el rumbo tierra adentro. Pero por lo pronto nuestra esperanza es que tal vez la Malinche de la historia oficial, patriarcal y misógina, que es ella y que somos todas, vaya quedando atrás y sabemos que es hora de recuperar nuestras propias palabras para se multipliquen en un coro que pague la histórica deuda que se tiene contigo Malintzin, y que ahora todas queremos cobrar.