Desde el cabello y la almohada: la Malinche vista por otras.
Carmen Boullosa
Malinche: la más dúctil de nuestros personajes históricos, la maleable favorita, la carta vacía, el codiciado comodín de la baraja, la necesaria. La que a veces es la Santa Malinche, madre de todos, y otras nada de eso: una traidora maldita, una desmadre. Es de masita, de migajón, de plastilina. Es Doña de Respeto para la nobleza indiana, es para los decimonónicos una "prostituta infame", Medea Azteca, barragana de Cortés, maldecida del dios Tezcatlipoca, enemiga de su patria, o una mujer que ha enloquecido por Cortés. O es la violada. Una vendida, en los dos sentidos de la palabra vendida. O la estratega. La creadora de lo mexicano. La primer mestiza. La primera bautizada. O no.
Malinche: la libre del yo y de su historia, la inserta en nuestras vidas. Nuestra fundadora, la raíz móvil, hacible cada vez de distinta manera.
Desde los cronistas, será compañera de esposa, que es visto como Eneas héroe en la guerra de Troya,, así que es una Lavinia.
O bien, Cortés es un Moisés, así que si su compañera es Doña Marina, la madre de su primogénito, pues entonces ella es Séfora.
"Gran cacica e hija de grandes caciques y señora de vasallos" - según Bernal. Y según Bernal también ella, que es la lengua de Cortés, su traductora, es más que eso: le da nombre: los locales llaman a Cortés "Malinche" - él se llama como ella: ella lo bautiza.
Y por último, en este breve decir que es no decir sino asomarse a decir: ¿murió de viruela? Tan joven, antes de cumplir los treinta...